Iciar Irurtia Orzaiz
Mamá, quiero ser artista. ¡Oh! Mamá, ser protagonista… Mamá, por favor, compréndeme, quiero ser marica. Así arranca el monólogo del actor vizcaíno Mitxel Santamarina ; en el que repasa buena parte de su vida. Desde su anhelo por dedicarse al mundo de la interpretación, hasta sus primeras incursiones en el gimnasio. En los aproximadamente noventa minutos que dura el montaje, Santamarina describe la vida del artista, habla sin tapujos de su condición sexual y reivindica la visibilización, el respeto y la libertad de las personas. Independientemente de sus deseos, sus gustos o su condición.
Al poco de salir a escena, ya despierta las primeras sonrisas. Con su manera de moverse, su desparpajo y su afinado sentido del humor consigue meterse al público en el bolsillo casi antes de que se desarrolle el monólogo. Y si a ello se le suma que la obra cuenta la historia de su vida, aderezada con toques de humor y envuelta en reivindicación, la actuación de Santamarina concluye con el público en pie, entre aplausos y sonoras carcajadas. Así sucedió en Artazu, donde Mitxel Santamarina puso en escena Marica de Gernika , en el marco de la VI Edición del Festival Rincones y Recovecos.
¿Sabéis qué hace un actor entre trabajo y trabajo?
Estar pendiente del teléfono
Como muchas otras, esta historia nació en el confinamiento. Entre encierros, mascarillas y desinfectantes. Entonces, Mitxel Santamarina comenzó a trabajar en el programa televisivo Barrealibrea (ETB 1) poniendo en escena monólogos de cuatro minutos de duración. Fue cuando coincidió con un guionista que le ayudó «a poner en orden» los retazos de la historia de su vida: desde su dedicación al mundo de la interpretación hasta su admiración por la cantante Marta Sánchez. El proceso creativo se prolongó más tiempo de lo previsto y no fue hasta el año pasado cuando Mitxel Santamarina contó su historia sobre el escenario. En el marco de la V Edición del Festival Rincones y Recovecos y de la mano de Tdiferencia.
Fue la primera vez que Mitxel Santamarina habló, sobre el escenario, de la historia de su vida. Un monólogo en el que narra su deseo de ser artista y relata también su experiencia con la gordura, su primera vez en el gimnasio o su aventura comprando ropa deportiva en Decathlon. «Conocí a un chico en el gimnasio que era guapísimo… Pero pronto descubrí que no quería ligar. Era el entrenador y sólo quería captarme para su secta».
¿Por qué Marica de Gernika?
Para hablar de prejuicios y también porque rimaba
Cuenta también el actor su escasa afición a las mascotas – «lo más cerca que estuve de tener una fue la roomba… Me recordaba tanto a mí de pequeño, que también me comía todo, que le cogí cariño» – y ahonda, sobre todo, en su vida como actor. « ¿Sabéis qué hace un actor entre trabajo y trabajo? Estar pendiente del teléfono». Vuelve a desatar, una vez más, las carcajadas del público cuando cuenta alguna de sus experiencias en el mundo de la interpretación, ataviado con un disfraz de queso o convertido en payaso para trabajar como animador de bodas, bautizos, comuniones y cumpleaños. Y desvela, además, por qué decidió escenificar este monólogo. «¿Por qué Marica de Gernika? Para hablar de los prejuicios y también porque rimaba». Afirma Mitxel Santamarina que él no cumple todos los tópicos del «marica» – «evidentemente, el del culto al cuerpo no» – y que sólo conocía la ubicación del gimnasio de su barrio por su proximidad a una pastelería. «Pero otros tópicos sí que cumplo: soy fan de Marta Sánchez, siento admiración o más bien devoción y también, ·eurofan·».
Maricón, marica, local, locaza, pochita, chivo, nenaza, soplanucas o muerdealmohadas. «Estas son algunas de las maneras con las que he tenido el honor de que se refirieran a mí» , revela al público antes de referirse a las celebraciones del Orgullo Gay -« en junio, todo el mundo es diverso y saca su pluma y su arco iris «- un día para la fiesta y también para la reivindicación, opina.
Sí. Mi hijo es maricón.
Con acento en la «O»
Y termina su interpretación describiendo las tres fases que vivió como «marica de Gernika». La primera, cuenta, tuvo lugar cuando, con seis años, jugaba a la comba en el parque y las amigas de su madre se sorprendían: «Tú hijo es… Y mi madre decía: sensible». La segunda fase coincidió con su adolescencia, su pelo teñido de rubio, los brillos y el leopardo. «Tú hijo es… Sí, mi hijo está pasando por una etapa». Y la tercera, confiesa Mitxel Santamarina, fue la más dura: declaración -« no de la renta «- y salida del armario. «En mi caso, me ayudó mucho Rosa, de Operación Triunfo. Porque resulta que en la cola del casting para participar en el programa me enamoré». Recuerda que fue en un viaje en coche cuando reunió las fuerzas para contárselo a su madre. «Ama, me he enamorado en la cola de Operación Triunfo. De un chico». ¡Qué bien !, fue la respuesta de su madre que, ahora, cuando le preguntan por su hijo responde sin tapujos: «Sí, mi hijo es maricón, con acento en la O».
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