Bienvenidos, bienvenidas y bienvenides a «El Templo de Colette»

Iciar Irurtia Orzaiz
Al espectador le atrapa desde el principio. ¿La luz?, ¿la voz pausada de Colette?, ¿o la mirada de Ron que se acompaña con un cadencioso movimiento de caderas? No está claro qué misterio encierra el Templo . Quizá sea el aro luminoso o puede que esa pequeña barra, la que guarda los últimos «tragos». Probablemente el carisma de Ron , Colette, Velvet y Sweet puede más que toda la escenografía. Ellos son El Templo , el de Colette .
Entretiene , divierte -mucho- y no deja indiferente. Entrar al teatro a disfrutar de esta obra es entrar al cabaré . Al mismo Templo de Colette que, con luces indirectas y juego de colores, crea un ambiente acogedor , envolvente y, por qué no, algo canalla .
¡Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides! Ron -Mitxel Santamarina- y Colette -Maite Redin- reciben así al público, mientras recorren la sala y caminan al ritmo de la música . Antes de subir al escenario, ya han despertado la expectación . Ese inicio es el presagio de un gran espectáculo. De un cabaré desenfadado , divertido y salvaje . En el que volarán cuchillos y se hablará de maltrato animal . Y se desprenderán de muchas cosas: lo que oprime , lo que duele y aquello que pone trabas a la felicidad .
Fuera las penas, las preocupaciones, la salud, la guerra, los hijos, los padres, las socias, los sucios…
Colette (Maite Redin)
Porque en El Templo, los clientes son pacientes . Y los artistas dominan el arte de curar . Con paños calientes, algún supositorio y algo más. «Fuera las penas, las preocupaciones, la salud, la guerra, los hijos, los padres, las socias, los sucios…» , exclama Colette. En El Templo todo es «divino»; todos son «divinos», «divinas» y «divines». « Y hoy todo es perfecto, divino, sexi, sórdido y divertido».
Cuenta que su Templo ha sobrevivido a la viruela, el cólera, la gripe española y el sida y que fueron su madre y su abuela quienes lo pusieron en pie. «Eran putas. Nunca se acostaron con un hombre o una mujer por dinero. Lo hicieron por amor, por placer o por el placer del amor. Llevaron un negocio y fueron tan libres como la naturaleza del ser humano se lo permitió». Y fue precisamente por eso, por vivir en libertad , por lo que fueron consideradas putas . « Así que, ¿qué queremos ser en este templo?: Putas».
Aprovecha Colette su intervención para cuestionar el papel
de la mujer en el mundo
. Un rol adquirido, asumido y dado por hecho. Como si las féminas llevaran en su adn el papel de objeto
, de cuidadora
o de esposa entregada
a su marido, sus padres o sus hijos. « El templo de Colette es el templo de las putas y los virus… ¿No es estupendo?
Este es el lugar donde no tenemos nada que perder y mucho que ganar… aquí
venimos a curarnos y si tenemos suerte a contagiarnos…».
Os mueve el miedo, os mueve la envidia, os mueve el no querer ser animales en un cuerpo animal
Ron (Mitxel Santamarina)
Los números musicales se mezclan con monólogos intensos , algunos cargados de ironía pero, sobre todo, muy reflexivos . El maltrato animal protagoniza uno de los más impactantes del cabaré de Colette. Mitxel Santamarina abandona su «humanidad» para dar voz a un perro que reclama libertad . Que critica la hipocresía , el miedo y la crueldad del hombre. « Os mueve el miedo, os mueve la envidia, os mueve el no querer ser animales en un cuerpo animal».

En el cabaré de Colette se reflexiona pero también se sufre. Se ríe , se llora , se canta y se baila . Velvet pone la piel de gallina con su lanzamiento de cuchillos y la dulce Sweet enamora con su delicadeza ante el micrófono. Colette, Ron, Velvet y Sweet conforman un gran equipo. Ellos son El Templo. Con su sabiduría , su reflexión , su crítica , su humor y su arte . No deje de disfrutar del cabaré . El T emplo de Colette no ha cerrado todavía sus puertas. Y es seguro que jamás lo hará.











