Cenicienta Rock, a punto de «salir del horno»
Iciar Irurtia Orzaiz
Los nervios se asoman de vez en cuando, el trabajo abunda y la emoción se palpa en el ambiente. Se escuchan carcajadas, suspiros y algún que otro improperio. En penumbra, bajo los focos y al otro lado del escenario. La última producción de Tdiferencia está a punto de «salir del horno» y actrices, directora, técnico y productora trabajan contra reloj para que Cenicienta Rock llene de magia los escenarios. ¡Tenemos muchas ganas de que empiece la función!
Llevan meses dando forma al nuevo montaje. Escribiendo el libreto, definiendo personajes, transformando la escenografía y diseñando el vestuario. Tdiferencia estrenará muy pronto una obra musical, dirigida a público familiar y con una niña como protagonista. Cenicienta Rock cuenta la historia de una pequeña enamorada del medio ambiente y deseosa de cuidar el planeta y evitar la «contaminación» que vive junto a su madrastra y sus dos hermanastras. Que comparte desván con una rata, ama a los perros y trata con sumo cariño a los mininos. Que sufre el desprecio de su «familia» pero que no por ello pierde la alegría de vivir, de cantar y de luchar por un mundo mejor.
El ensayo comienza pasadas las cuatro de la tarde, cuando el técnico de sonido e iluminación -Jon Jiménez- llega a la Casa de Cultura de Larraga -espacio de residencia desde el mes de enero-. Antes, Maite Redin -autora y directora de la obra- y Conchi Redin, encargada de la producción, revisan el vestuario. Mientras, las actrices Ainhoa Ruiz, Celia Fañanás e Irati Muñoz se afanan con la escenografía. Organizan paneles, pegan doseles y recolocan atrezzo. También hay tiempo para probar vestuario, ajustar cinturas y revisar tocados. Ya está casi todo listo. Cenicienta ya pasea sus trapos por el escenario, la madrastra menea con salero su bata de plumas y la hermanastra sorbe a fondo la pajita y apura su refresco. La rata arruga sorprendida su nariz y Gabriel se cala el gorro de punto hasta ocultar casi por completo las orejas.

La Casa de Cultura de Larraga se vuelve oscura y los acordes de una guitarra eléctrica rompen el silencio de una sala que, en segundos, se tiñe de rojo. Comienza el espectáculo, con música, baile y un impactante juego de luces. «Me gusta mucho el juego que haces con la muñeca y el osito… Y que después te sientes en la silla, con las piernas dobladas. Lo hacemos de nuevo, por favor…» , sugiere Maite Redin. Y Cenicienta -Celia Fañanás- vuelve a repetir la escena, sonriendo a la muñeca. Y abrazando con dulzura al oso mientras se recuesta en la silla. Es jueves, 10 de abril, y el de esta tarde será el último ensayo antes de que la obra se muestre al público de Larraga. Por eso, es preciso pulir todos los detalles. Esconder con destreza la falda debajo del albornoz, ajustar luces y definir los movimientos sobre el escenario. «Creo que vamos a meter la silueta del ratón… En estos días, le damos una vuelta y decidimos cómo hacerlo» , coinciden dirección y producción durante el ensayo. Mientras, Jon Jiménez concluye transiciones, define calles y da por terminado el diseño de iluminación. Ahora sí, todo está listo. Así que, ¡Qué empiece la función!






