Iciar Irurtia Orzaiz
Les ayudó a conocerse mejor a sí mismas, a aceptarse y sentirse más seguras, les abrió un espacio para desarrollarse como personas y, a todas ellas, les cambio la vida. El teatro llegó a su vida y lo hizo para quedarse, para llenar su existencia y envolver su día a día. Porque su pasión se ha convertido en su profesión.
En este día tan especial, contamos con los testimonios de cinco actrices del panorama escénico navarro actual. Pertenecientes a tres generaciones distintas, nos explican cómo afectó el teatro en su vida. Desde su primera toma de contacto y hasta la actualidad. Celia, Irati, Naiara, Ainhoa y Maite nos lo cuentan…
CELIA FAÑANÁS, actriz
El teatro llegó a su vida y lo hizo para quedarse. Eso cuenta Celia Fañanás
, actriz navarra de 28 años, formada en la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Euskadi, Dantzerti
, en Bilbao
,
que asegura que, a pesar de que su encuentro con las artes escénicas fue algo tardío, éste ha sido esencial. «Conocer el teatro me ha ayudado a conocerme a mí misma, a quienes están a mi alrededor e, incluso, me ha dado la oportunidad de comprender mejor a aquellas personas o aquellas situaciones que quizá no sentía tan cercanas a mí. El teatro es para mí empatía, comunicación y una herramienta con una habilidad potentísima de generar cambio, de transformarlo todo».
Celia Fañanás también se sirve de su formación teatral para trabajar en las aulas con alumnado adolescente. « Sin duda alguna, es muy gratificante poder trabajar con ellos y ellas utilizando el teatro como medio para poner sobre la mesa temáticas que no se tratan, o que se hacen de manera superficial o discursiva; sin apelar a las emociones. Poder utilizar a nuestro favor la versatilidad del teatro, de la interpretación, y todo lo que puede ofrecernos, es de las mejores cosas que me llevo». Para la actriz, lo más difícil de esta profesión es enfrentarse a sus limitaciones. «Aceptarlas, intentar dejar a un lado el ego y esforzarse cada día por seguir aprendiendo». Pero, sin lugar a dudas, el teatro juega un papel fundamental en vida. «Es mi medio de subsistencia y me siento muy afortunada de poder dedicarme a aquello que me apasiona y que tanto me aporta en tantísimos aspectos».
IRATI MUÑOZ, actriz
Fue hace cinco años cuando Irati Muñoz , (Oiartzun, 1998) dejó Gipuzkoa para estudiar Arte Dramático en la Escuela Navarra de Teatro (ENT-NAE). «Me mudé a Iruña hace cinco años y fue un cambio muy grande: el salto a la madurez y también un modo de conocerme mejor a mí misma y romper esquemas que tenía automatizados. El teatro llegó para romperlos todos y decir: ‘vamos a conocer a la Irati de verdad'».
Para la actriz, las relaciones que se establecen en el mundo de las artes escénicas son también reseñables. «Son súper intensas y maravillosas. Cuando empiezas a trabajar con una compañía y comienzas los ensayos con tus compañeras, se logra que al cabo de un mes sientas como si las conocieras de toda la vida. Los vínculos que se crean son muy fuertes. Muy distinto a lo que sucede en la vida real». Pero, sin duda, para Irati Muñoz lo más gratificante es saber que siempre puede dar más de sí misma y aprender a dar más, porque es una manera de no dejar nunca de aprender. «Nunca piensas que lo sabes todo, sino que queda mucho por aprender. Y, cuando lo aprendes, es muy gratificante», asegura. Feliz sobre un escenario -bailando o actuando- Irati Muñoz cita la precariedad laboral como una de las principales dificultades a las que tiene que hacer frente desde que se dedica profesionalmente al teatro. « Ojalá no fuera así y todas pudiéramos tener mejores condiciones… Esto nos obliga a intentar compaginar trabajos pequeñitos que, a veces, resulta imposible. Y, casi siempre, muy cansado». A pesar de ello, no se le pasa por la cabeza abandonar el mundo de las artes escénicas. «Para mí, el teatro es muy importante. Porque me permite conocerme más, estar conectada conmigo misma y, además, me hace presente el aquí y el hora y me permite crear vínculos muy fuertes».
NAIARA AZPILKUETA, actriz
Dice Naiara Azpilkueta que, conocer el teatro en su infancia, supuso para ella contar con un espacio semanal en el que jugar y crear . «Sobre todo crear. Recuerdo la satisfacción que sentía cuando la profesora comenzaba a darnos los «inputs» para una improvisación… Al momento, ya estaba pensando en las opciones de escena o los gags que podíamos meter». Pero, además, le abrió un espacio para desarrollarse como persona en muchas dimensiones.
La actriz puentesina asegura, además, que el teatro ha marcado su vida -adolescencia, juventud y edad adulta- «en su dimensión más de mensaje y transformación». «Es decir, con el tiempo se ha convertido no solo en un medio para el disfrute, sino también en un medio para dirigir la creatividad hacia historias que considero que deben ser contadas. Y a hacerme mil preguntas sobre cómo contarlas»,
Opina que se trata de una forma de arte muy completa que le ha aportado la posibilidad de reflexionar individualmente o en grupo, sobre la vida y sobre distintas problemáticas de la sociedad. «El teatro me da la oportunidad de empatizar con los personajes, de entender sus situaciones. Me pone en la tesitura de decidir, a través de la interpretación, cómo contar las cosas, pensando también en a qué público me dirijo y cuál es la forma más inteligente de llegar a él». Además, continúa Naiara, « el teatro es un arte escénico y sólo existe en la relación con el otro, el publico, en vivo y en directo. En un mundo cada vez más conectado, el teatro es una gran herramienta para generar experiencia compartida «.
Considera que lo más gratificante de esta disciplina es poder seguir aprendiendo, tanto individualmente como con las personas con las que comparte profesión, algo de lo que se siente muy afortunada. Y, en cuanto a las principales dificultades a las que se ha enfrentado se refiere a la falta de estabilidad laboral. «Es un tópico, pero no por ello menos real. Al final, se trabaja mucho por proyectos y es apasionante, pero también conlleva tener que manejar grandes dosis de incertidumbre».
AINHOA RUIZ, actriz y socia de Tdiferencia
Para Ainhoa Ruiz, el teatro es su forma de vida. La actriz estellesa y socia de Tdiferencia asegura que el teatro le ayudó a aceptarse a sí misma y a «gustarse» tal y como era. «Yo era de las que caminaba cabizbaja… Gracias al teatro tomé otra actitud corporal, levanté la cabeza y vi que me gustaba. En definitiva, me dio mucha seguridad en sí misma», recuerda.
Por eso, el mundo de las artes escénicas se convirtió en su forma de vida, porque eso es lo que quería. «Quería actuar, quería relacionarme con toda la gente que me rodeaba mientras estudiaba y compartía. Y mis primeras experiencias profesionales también me dieron muchas alegrías» , asegura. Por eso, su trayectoria artística ya suma una veintena de años. Y eso que no todo han sido alegrías. «Es verdad que cuando tuve a Eneko -mi primer hijo- me enfrenté a situaciones en las que lo pasé peor, como perderme su primer cumple porque tenía que trabajar o permanecer varios días fuera de casa por motivos laborales». Sin embargo, el paso de los años y su entrada en Tdiferencia facilitó mucho las cosas. «Mi familia me seguía, me llevaba a los peques, tenía fiesta en fechas significativas… El apoyo que nos brindamos en la cooperativa hace mucho más fácil la convivencia de familia y teatro».
MAITE REDIN, actriz, dramaturga, directora y socia de Tdiferencia
Cuenta Maite Redin que cuando el teatro llegó a su vida, la puso patas arriba. Que lo cambió absolutamente todo. y le abrió las puertas de un universo nuevo. «Porque, entonces, no sabía qué servía para algo. Yo sabía que me gustaba soñar, escribir, imaginarme cosas, crear historias… Pero no tenía ni idea de que realmente se podía vivir de eso. Así que cuando el teatro llegó a mi vida me abrió un mundo que ni me podía imaginar». Porque, asegura, las artes escénicas le mostraron un mundo mucho más bonito del que le habían contado en el colegio o en su propia casa. Dice que era mucho más divertido y casi un sueño. «Para alguien al que le gusta mucho jugar o le gusta imaginar historias, vivir de lo que te gusta era un sueño,. Así que, a mí, se me abrió un mundo: una manera de contar cosas, de expresarme, de desahogarme, de divertirme y una manera de pagarme el piso. ¡No podía haber algo mejor! «. Reconoce que cuando el teatro apareció en su vida lo llenó todo. Ocupó todo los espacios, se expandió por todos lo rincones y apenas dejó un resquicio para nada más. «Con mi familia compartía el teatro, con mis amigos y amigas compartía el teatro… Todo lo que hubo en mi vida, durante muchos años, fue teatro, teatro, teatro». Y, tres décadas después, las artes escénicas son su vida. «Una de las peleas diarias es sacar parcelas fuera del teatro, porque el teatro también es mi trabajo. Tengo que intentar liberarme un poco pero me resulta muy difícil, porque realmente es una pasión. Es tan divertido… Es la suerte de tener 55 años y estar jugando a mil cosas todos los días. Es mágico «, concluye.
Hoy se celebra el Día Mundial del Teatro . Una efeméride instaurada en el año 1961 y promovida por el Instituto Nacional del Teatro en recuerdo del festival «Teatro de las Naciones», en 1957 en París y que tiene como finalidad promover y crear conciencia sobre el valor y la importancia del Teatro en la sociedad . Este año, el mensaje del Día Mundial del Teatro es obra del dramaturgo griego Theodoros Terzopoulos , quien afirma que se necesitan « nuevas formas narrativas dirigidas para cultivar la memoria y darle forma a una nueva responsabilidad moral y política que surja de la actual dictadura multiforme de esta nueva Edad Media en la que vivimos estos días. «
MENSAJE ÍNTEGRO DEL DÍA MUNDIAL DEL TEATRO 2025
¿Puede el teatro escuchar la llamada de auxilio que nuestros tiempos están enviando, en un mundo de ciudadanos empobrecidos, encerrados en células de realidad virtual, atrincherados en su sofocante privacidad? ¿Puede hacerlo en un mundo de existencias robotizadas dentro de un sistema totalitario de control y represión que abarca todo el espectro de la vida?
¿Está preocupado el teatro por la destrucción ecológica, el calentamiento global, la pérdida masiva de biodiversidad, la contaminación de los océanos, el derretimiento de los casquetes de hielo, el aumento de los incendios forestales y los eventos climáticos extremos? ¿Puede el teatro convertirse en una parte activa del ecosistema? Durante muchos años, el teatro ha sido un espectador más del impacto que hemos tenido los seres humanos en nuestro entorno, y se ve, como nosotros, en dificultades para lidiar con este problema.
¿Está preocupado el teatro por la condición humana tal como está siendo moldeada en el siglo XXI, donde el ciudadano es manipulado por intereses políticos y económicos, redes mediáticas y empresas que configuran la opinión general? ¿Dónde las redes sociales, por mucho que la faciliten, son la gran coartada para manipular la comunicación , porque proporcionan la necesaria seguridad, casi insalvable, para distanciarse del Otro ?
Un sentido dominante y generalizado de miedo al Otro, al Diferente, al Extraño , domina nuestros pensamientos y acciones.
¿Puede el teatro funcionar como taller para la convivencia de nuestras diferencias sin tener en cuenta el trauma sangrante?
El trauma sangrante, la herida abierta , nos invita a reconstruir el Mito. Y en palabras de Heiner Müller, “el Mito es un agregado, una máquina a la que siempre se pueden conectar máquinas nuevas y diferentes. Transporta la energía hasta que la creciente velocidad hace explotar el campo cultural”. Y yo añadiría, el campo de la barbarie.
¿Pueden los focos del teatro arrojar luz sobre los traumas sociales y dejar de arrojar luz engañosamente sobre sí mismo?
Preguntas provocadas por Dionisio, pasando por su lugar de nacimiento, la orquesta del antiguo teatro, y continuando su silencioso viaje de refugiado a través de los paisajes de guerra, hoy, en el Día Mundial del Teatro.
Preguntas que no permiten respuestas definitivas , porque el teatro existe y perdura gracias a preguntas sin respuesta.
Miremos a los ojos de Dionisio, el dios extático del teatro y el mito que une el pasado, el presente y el futuro; el hijo de dos nacimientos, por Zeus y Semele; el ser que expresa las identidades fluidas, hembra y macho, iracundo y amable, divino y animal, al borde entre la locura y la razón, el orden y el caos; un acróbata en la frontera entre la Vida y la Muerte. Dionisio plantea una pregunta ontológica fundamental: “¿De qué se trata todo esto?” . Una pregunta que lleva al creador hacia una investigación cada vez más profunda sobre la raíz del mito y las múltiples dimensiones del enigma humano.
Necesitamos nuevas formas narrativas dirigidas para cultivar la memoria y darle forma a una nueva responsabilidad moral y política que surja de la actual dictadura multiforme de esta nueva Edad Media en la que vivimos estos días.
-Theodoros Terzopoulos
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